La octava edición del Río Babel reunió a 50.000 personas en una cita que volvió a demostrar que la música, el humor y la diversidad pueden convivir en armonía

Desde sus inicios en 2017, Río Babel ha apostado por una fórmula poco habitual en el circuito festivalero español: combinar conciertos de artistas nacionales e internacionales con espectáculos de comedia, en un entorno que celebra la pluralidad cultural y la conexión humana. Este 2025, en su octava edición, la propuesta no solo se mantuvo, sino que alcanzó un nuevo nivel. 

El Auditorio Miguel Ríos de Rivas-Vaciamadrid volvió a convertirse en un epicentro de energía los días 4 y 5 de julio. Más de 50.000 asistentes vivieron dos jornadas cargadas de ritmo, carcajadas y emoción compartida.

El cartel de esta edición ofreció una travesía musical que fue del ska británico al rap más introspectivo, pasando por la rumba urbana, la electrónica tropical, el flamenco fusión y el reggae sudamericano. Todo acompañado, como ya es tradición, por una selección de comediantes que transformaron el humor en parte esencial del relato del festival.

Noche de mezclas que funcionan

La primera jornada arrancó con el colorido sonido de Reyna Tropical, cuyas cadencias afrocaribeñas y beats electrónicos invitaron a moverse desde temprano. Le siguieron artistas como Lía Kali, joven voz del rap y el hip hop español, y Ácido Pantera, que trajo desde Colombia una descarga bailable que funde cumbia, house y percusión tradicional.

Uno de los momentos más esperados fue la aparición de Cypress Hill, leyendas del hip hop que ofrecieron un show potente, lleno de nostalgia y contundencia. La conexión con el público fue inmediata, al ritmo de clásicos como Insane in the Brain y Tequila Sunrise, creando una de las cumbres sonoras de la noche.

También destacaron Bacilos, con sus melodías pop latino cargadas de romanticismo y energía: con himnos como Caraluna y Mi primer millón y Los Amigos Invisibles, que volvieron a demostrar por qué son sinónimo de groove y fiesta tropical. Además de los venezolanos Rawayana que presentaron su final de gira: ¿Quién trae las cornetas? Con temas como dame un break, feriado y su hit veneka que revolucionaron al público.

El espacio Babel Comedy, se convirtió en un remanso de risas, ironía y reflexión. Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla brillaron con un humor surrealista que sigue encontrando nuevas formas de conectar con el público. También pasaron por el escenario cómico figuras como Gersanc y Carmen Romero, que aportaron miradas frescas y provocadoras al panorama del stand-up nacional.

El equilibrio entre música y comedia funcionó como una maquinaria perfectamente engrasada: cuando la energía musical bajaba un peldaño, el humor tomaba el relevo para seguir alimentando el entusiasmo del público. Una fórmula que Río Babel domina como pocos.

Un segundo día y cierre cargado de emoción

La segunda jornada arrancó con una descarga de actitud y guitarras distorsionadas cortesía de Sanguijuelas del Guadiana, banda extremeña que sorprendió a propios y extraños con una mezcla de punk, flamenco y mensaje social. Desde ahí, la tarde fue escalando con propuestas que parecían diseñadas para un público sin prejuicios ni etiquetas.

No Te Va Gustar desplegó su repertorio con la solidez de una banda veterana. Himnos como Prendido fuego y Chau fueron coreados con fuerza por una audiencia que no dejó de moverse. Mientras tanto, en Babel Comedy, se representaba en directo el pódcast escénico No hay negros en el Tíbet, una sátira brillante que denunció con humor y lucidez los clichés de la industria y la sociedad. Le siguieron cómicos como Ignatius Farray, Isabel Rey y Raúl Massana, que combinaron provocación e inteligencia con resultados hilarantes.

Uno de los grandes momentos del día llegó con Madness, que desató un estallido colectivo de ska y alegría. Clásicos como Our House y Baggy Trousers sacaron lo mejor de un público entregado al baile y la nostalgia. La intensidad se mantuvo con artistas como Yerai Cortés, con su flamenco urbano emocional, y Bebe, que se mostró poderosa y vulnerable en partes iguales.

La noche, sin embargo, tenía guardado su clímax: el concierto de Estopa. Celebrando 25 años sobre los escenarios, los hermanos Muñoz ofrecieron un show que fue mucho más que una sucesión de éxitos. Fue una celebración colectiva, una especie de ritual identitario donde cada verso de Vino tinto o Como Camarón se cantó con la fuerza de lo vivido. Más de 25.000 gargantas corearon al unísono un repertorio que atraviesa generaciones.

El final de dos dias para recordar

El cierre mantuvo el listón alto con Queralt Lahoz, Alamedadosoulna y Swing Original Monks, que llevaron el festival hasta pasadas las tres de la madrugada con una explosión de ritmos latinos, visuales impactantes y energía desbordante. Todo envuelto por un recinto que seguía latiendo gracias a la oferta gastronómica, los espacios de descanso y una producción pensada hasta el más mínimo detalle.

Esta edición de 2025 ha demostrado que se puede programar con ambición sin perder cercanía; que se puede ser festivo sin dejar de ser crítico; que se puede celebrar la diferencia sin caer en la caricatura. Y sobre todo, que la música y el humor siguen siendo dos lenguajes capaces de reunirnos a todos en un mismo lugar, aunque vengamos de mundos muy distintos.

Mientras los últimos compases de cumbia, rap y ska se desvanecían en la madrugada del domingo, muchos ya hablaban de la próxima edición. Porque Río Babel no se vive solo durante dos días: se queda dentro. Como un eco que insiste, como un recuerdo feliz, como la certeza de que aún existen espacios donde la cultura sirve para conectar y transformar.